Por Abigail Soto
Sorprende sobremanera que en República Dominicana no se concentren los esfuerzos necesarios para preservar la Soberanía Nacional que tanto costó conseguir a nuestros Trinitarios, guiados por el patricio Juan Pablo Duarte en febrero del año 1844 y en las posteriores batallas libradas con gallardía para liberarnos de las fuerzas invasoras.
Hoy más que nunca los quisqueyanos debemos recordar aquellos acontecimientos sangrientos que dieron origen a la República independiente que nos permite vivir en libertad, para mantenernos como centinelas en momentos en que intereses exógenos están presionando a las autoridades para que carguen con los problemas de Haití.
En ese contexto, rechazamos el intento malintencionado del anteproyecto de ley para la protección de las personas víctimas o sobrevivientes de trata y objeto de tráfico ilícito de migrantes, con el cual se busca de manera descara afectar la soberanía del pueblo dominicano al hacerlo responsable de admitir y hasta mantener a todo inmigrante en situación irregular que se escude como víctima de trata.
Si bien es cierto que el Poder Ejecutivo, a través de su vocero oficial, informó que la pieza fue retirada del Congreso Nacional, no menos cierto es que la misma nunca debió ser introducida, para demostrar que el país tiene una posición clara de defensa de la dominicanidad y que como Estado soberano hará lo que se requiera para preservarse en sí mismo.
Reiteramos nuestro llamado al Presidente de la República para detener de manera categórica cualquier «palo asechao» encaminado a tirarnos a cuestas a los dominicanos el problema haitiano, así como también nos mantenemos atentos y dispuestos para defender nuestra nación cada vez que sea necesario.